Elvio Guastavino se ve como cualquier empleado de oficina del microcentro, y ninguno de sus compañeros de trabajo pensaría algo distinto. Excepto porque gasta su hora de almuerzo parándose en la vidriera de un anticuario para sostener largas conversaciones con una muñeca de colección de la que está enamorado con locura. Elvio ahorra ferozmente su magro sueldo para poder comprarla, por lo que vive con su hambrienta y anciana madre en un escenario de abandono y decadencia. Pero nada de esto le molesta, porque solo puede pensar en la muñeca, y en consumar su amor.

Y estos son solo los primeros detalles que nos llevarán a un descenso por lo hediondo y lo sucio que esconde Elvio, empezando por la figura central: su padre, el fallecido capitán Aarón Guastavino, militar activo durante la última dictadura que usaba como sala de tortura una habitación de la casa familiar.

Trillo y Varela hacen del lenguaje del cómic un lugar inmejorable para explorar lo nauseabundo del alma humana. En estas páginas coexisten el pasado y el presente, el delirio y la realidad, y los personajes se confunden con un fondo cada vez más sucio, una suciedad y decadencia que entran por los ojos del que lee y se quedan un tiempo de más removiendo cosas intocables en su interior.

El síndrome Guastavino

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Elvio Guastavino se ve como cualquier empleado de oficina del microcentro, y ninguno de sus compañeros de trabajo pensaría algo distinto. Excepto porque gasta su hora de almuerzo parándose en la vidriera de un anticuario para sostener largas conversaciones con una muñeca de colección de la que está enamorado con locura. Elvio ahorra ferozmente su magro sueldo para poder comprarla, por lo que vive con su hambrienta y anciana madre en un escenario de abandono y decadencia. Pero nada de esto le molesta, porque solo puede pensar en la muñeca, y en consumar su amor.

Y estos son solo los primeros detalles que nos llevarán a un descenso por lo hediondo y lo sucio que esconde Elvio, empezando por la figura central: su padre, el fallecido capitán Aarón Guastavino, militar activo durante la última dictadura que usaba como sala de tortura una habitación de la casa familiar.

Trillo y Varela hacen del lenguaje del cómic un lugar inmejorable para explorar lo nauseabundo del alma humana. En estas páginas coexisten el pasado y el presente, el delirio y la realidad, y los personajes se confunden con un fondo cada vez más sucio, una suciedad y decadencia que entran por los ojos del que lee y se quedan un tiempo de más removiendo cosas intocables en su interior.